miércoles, 14 de julio de 2010

Nada impide la fiesta


Y llegó el martes 13 para tentar a la suerte… y ni siquiera esto detuvo el espíritu peñero que se ha apoderado de la noches en la ciudad. El folklore se impone.. frente al frío y los malos augurios. Que se venga la nieve nomás!!!… como pronostican para el fin de semana… aqui nos encontrará con el corazón incendiado... peñando hasta el amanecer.

El circuito estuvo formado por la ya tradicional Mama Rosa, que de la mano de su locutor Claudio Juarez, fue presentado los músicos que, día a día, se vuelcan en esta programación coordinada entre todos los escenarios, que ya se transformó en un sello distintivo del evento. También fueron parte de la propuesta, La eterna “Confitería Real” y “la Negra”, las cuales se disputaron en esta oportunidad el dominio del trasnoche buscando tomar nuevamente por rehén la madrugada y teñir de sol la última chacarera, el último vino, la última mirada…



Los músicos venidos de todo el país van comprendiendo a lo largo de este Cosquin de Peñas, que el espacio les es propio y así lo hacen saber en sus interpretaciones y en el trato con el público y para con la organización. Cosquín se ha transformado por estos dias en el sueño que nació hace casi 3 años, un punto de encuentro de artistas durante todo el año. Músicos y bailarines que comparten intereses e inquietudes, anhelos y compromiso. Bajo el amparo de las amistades nuevas surgen fusiones y encuentros; el espectáculo adquiere otro tinte… otra profundidad.



Eran las 3 de la mañana en la negra y nadie ya se acordaba del termómetro ni del martes 13. la fiesta lo llenaba todo. Promediando la programación de la noche, se hizo dueño del tablado Jorge González, quién detrás de su prolija traza esconde un huracán de emociones que hizo que toda LA NEGRA vitoreara su nombre y pidiera no una mas… sino mil…ya volvería más tarde para romper un poco el molde junto al grupo Bermejo.



Así pasaron por el renovado escenario muchos artistas y todos, sin excepción, fueron recibidos efusivamente. La suerte estaba echada. Fue una noche de bellos enriedos… la zamba se hizo cumbia, el sonidista fue cantante, los coristas espontáneos inundaron el escenario y las bailarinas del público improvisaron coreografías para deleite de todos. La noche estaba condenada a quedar grabada a fuego en cada uno de los presentes. Cerca de las 5 y ya sin sonidista, quedaron las guitarras y unas voces gastadas para intentar seguir de caravana… tambien me fui yo, testigo de esta velada maravillosa. Me fui feliz …Felíz de haber soñado y estar viviendo junto con mucha otra gente esta comunión maravillosa que se da entre Cosquín, nuestros cantores y la gente, no solo ya a la sombra de enero, sino también al abrigo del ahora entrañable invierno serrano.

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